miércoles, 8 de julio de 2009

Querer es poder


Sentado, a treinta metros del suelo, recogido y pensando que es un buen sitio para quedarse a dormir hoy aquí. Me siento confortado en este lugar, rodeado de un paisaje inigualable, donde los rayos de sol apenas traspasan estas ramas.

Tengo todos los sentidos agudizados, siento el aroma de las hojas, de la roca que esta a mi lado, siento la fuerza de este árbol pequeño, pero robusto. Me da asiento donde no lo hay, me da sombra en este día tan caluroso. Me siento protegido y pienso que no me puede pasar nada en este sitio.

Quiero seguir escalando, caerme no importa para nada en este solitario momento, la concentración es absoluta para esta secuencia de pasos que tanto hice en un tiempo pasado. Estoy en un sitio familiar y mi regocijo es grande, me siento cómodo por momentos y mi nostalgia, persevera. No rehuyo de ella. Me acompaña escalando en muchas ocasiones y eso me da fuerza para poder seguir adelante.

Sigo subiendo. Lentamente. Voy dejando atrás mi refugio pensando que regresaré en poco tiempo, no me interesan tanto los seguros, solo pienso en ir progresando, los movimientos son naturales, hacen que me sienta bien.

Por fin llego a la parte que ansiaba, una mirada hacia arriba, hacia esta placa tan maravillosa, hace que me desborden los recuerdos, los sentimientos, la emociones tan ligadas a este lugar. Es un grandioso momento, quizás en esta vida haya pocos como este. La escalada en este sitio se convierte en arte, en disfrute único. No quiero llegar arriba, solo quiero poder apreciar la esencia íntegra de cada movimiento, por pequeño que sea, por sencillo que se haga.