lunes, 15 de agosto de 2011

Córcega II




Esta es una imagen que puede repetirse constantemente viajando por carreteras del interior de la isla. Estos animales campan a sus anchas como si todo el territorio les perteneciera. La verdad es que no deben saber nada mal, cada vez que veía algún ejemplar, se me hacía la boca a agua, lo que me hacía suponer que yo estaba pasando hambre o que soy un carnívoro empedernido.
Su tono oscuro les delataba, su tamaño y agilidad denotaba la sabrosura de su carne, los chillidos de las camadas cuando se hacían perseguir para sacarles un par de fotos, me hacían perder el sentido. Dios mío, ¡¡qué ricos tenían que estar!!

Vamos a cambiar de tema.
Corte es un pueblo asentado en el mismo centro de Córcega, se podría decir que es un pueblo de montaña frecuentado por un turismo amante de las montañas. El valle más conocido es el llamado Restonica, que es cruzado por una sinuosa y estrecha carretera hasta un aparcamiento cuyo coste es de 5 euros, más o menos.
De dicho aparcamiento sale una ruta que te lleva a unos lagos de montaña, el primer lago se llama "Melo"y se encuentra a una hora de caminata. El segundo lago "Capitello" o "Capitellu" en corso (resulta familiar esta lengua) y para llegar a verlo hay que añadirle 45 minutos más a la caminata. El paisaje es todo granito, un granito gris averdosado y marrón, de alta montaña, con algo de vegetación de poco crecimiento y líquenes.

La caminata al lago Capitellu se nos hizo corta, así que decidimos hacer una cumbre de 2300 metros, Punta Alle Porta, situada encima del lago.

Por estos parajes sigue su recorrido el G-20, que es una ruta que cruza toda la isla de norte a sur por las cotas más altas, la verdad que mucho del turismo montañero de la isla se dedica a realizar este trekking.

Lo "bueno" del día fue la tormenta que nos pilló en la mismísima cumbre y no paró de jarrear en todo el descenso. Llegamos a casa empapados, chorreando, es decir, a nuestra furgoneta, con toda la comodidad que ello supone. Toda una aventura. Una vez quitada la ropa mojada, el destemple y organizada la furgo, cogimos rumbo a Ajaccio para ver si por la costa podríamos tener mejor tiempo...

jueves, 11 de agosto de 2011

Corcega I



Trece días en la isla de Corcega dan para muchos kilometros por sus carreteras, ver algunos de sus mejores pueblos, familiarizarse con sus montañas, conocer buenas playas y comer sus tradicionales embutidos.

Como toda isla que presenta grandes desniveles o grandes saltos entre sus montañas y su costa, tambien se pueden apreciar cauces de ríos con abundantes saltos, es decir, cañones y barrancos!!

Empezamos a contar la historia de Corcega de una forma especial, hablando de un cañón en particular situado en el Monte d ' Oro, próximo al pueblo de Bocognano. Cañón muy frecuentado por las empresas de turismo activo de la zona, un lugar de entretenimiento donde se puede practicar además de barranquismo, entretenidos trekkings y la escalada en sus distintas modalidades. La joya de la corona del barranquismo en este valle de Bocognano es el cañón de la Richiusa, tallado en granido nos hace admirar el color turquesa de sus aguas, disfrutar de sus toboganes y sus cascadas, no encontrando nunca grandes dificultades. Es pequeñito pero muy disfrutón, sobre todo la parte que hicimos, su parte final encañonada, que es la que merece la pena. Tuvimos también la suerte de no encontrarnos grupos guiados en su descenso.

Tardamos más o menos entre hora y hora media en bajarlo, siendo dos claro. También va en función de cuantas veces se quieran repetir algunos de sus saltos, cuando ésto sea factible o de quedarse admirado obserbando el paisaje tumbado boca arriba en alguna de sus pozas.
En definitiva, bueno y breve, dos veces bueno. Cañoncete recomendado, además, para los escaladores, se puede comentar que hay una escuela deportiva al final del cañón, por lo que una vez bajado se puede disfrutar de unas escaladas en un granito especial de la isla, de formas esperpénticas. Es peculiar, es único, aunque haya quintos de 30 metros desplomados con huecos en los que uno se podría quedar tranquilamente a dormir, bueno, abría que hechar un vistazo a los merodeadores buitres de vez en cuando.

En fin, uno de los lugares recomendados para disfrutar de estas actividades y disfrutar del paisaje.